septiembre 07, 2012

LA SOLEDAD

¿Qué es la soledad? Si buscamos esta palabra en el diccionario nos responde: “La soledad es la carencia de compañía”, pero ¿cuántas personas que están acompañadas se sienten solas? ¿Y cuántas personas que están solas se sienten acompañadas?
La sociedad está estructurada en su mayoría por personas que viven en pequeños grupos: parejas, familias, amigos que comparten piso, desconocidos que comparten piso aunque no haya vínculos afectivos, etc… pero ¿quién nos asegura que estas personas que viven en grupo se sienten más acompañadas que las que viven solas?
Desde este otro punto de vista (que dista mucho del que nos ofrece el diccionario) diría que la soledad no se basa en la carencia de compañía física en un momento determinado, sino en un sentimiento que nos hace sentir que no tenemos personas que nos quieren y con las que podemos contar en momentos importantes de nuestras vidas. Esto no significa que convivamos con las personas que nos aportan seguridad y cariño, pero sí sabemos que están allí para ayudarnos en los que necesitemos. ¿Cuántas personas sienten que sus padres son las personas que los quieren más incondicionalmente? ¿Y cuántas de estas personas adultas siguen conviviendo con sus padres? La distancia física, tanto sea de pocos metros como de miles de kilómetros, no es la que separa a unas personas de otras, es la falta de cariño y apoyo lo que nos hace sentir verdaderamente solos.
Actualmente en España, tres millones de personas viven solas, ¿nos atreveríamos a decir que estos tres millones de personas son más desgraciadas que el resto? La mayoría de estas personas tienen familia con la que no conviven, amigos, compañeros/as de trabajo, etc. con los que pueden pasar parte de su tiempo libre, con los que socializan, con los que comparten vínculos afectivos y con los que son felices.
También encontraremos muchas personas que viven en grupo y comparten sus vínculos afectivos con la familia con la que conviven y con gente de fuera, mientras que otras se limitan a convivir con su grupo familiar y distanciarse cada vez más del resto. Lo importante no es la cantidad de gente con la que socialicemos sino la necesidad de cada individuo de encontrarse bien consigo mismo, de disfrutar de momentos de soledad (muy necesarios para nuestro bienestar personal) y complementarlos con la compañía de otras personas que nos aporten cariño y apoyo, sean éstos parte de nuestro grupo de convivencia o no. Es a veces “la obligación” que nosotros mismos nos imponemos de relacionarnos siempre con las mismas personas la que nos hace perder el interés por las mismas, ¿no sería mejor relacionarnos con personas diferentes que nos aporten diferentes cosas y así conseguir que nuestra vida sea más rica y feliz?
En conclusión, siempre habrá una manera de equilibrar la balanza y conseguir que nuestra vida sea lo más parecida a la que alguna vez hemos imaginado; el sentirnos bien con nosotros mismos y con la vida que llevamos es única y exclusivamente nuestra tarea, nadie puede hacerla por nosotros. 


abril 09, 2012

DESPEDIRNOS DE LOS QUE SE VAN

La muerte forma parte de la vida igual que lo forma el nacimiento, pero el mundo en el que vivimos NO nos prepara de la misma manera; todos estamos preparados para un nacimiento, acogemos a esa persona recién llegada con ilusión y alegría pero la mayoría no sabemos despedir a la persona que se va, muchos no quieren ni oír hablar del tema como si no hablar hiciera que lo inevitable nunca llegara, otros hablan a medias y sólo unos pocos integran la muerte en su vida cotidiana, como una parte más de la misma.¿Porqué somos una minoría los que podemos pensar en la muerte sin angustia? ¿Porqué la vida sólo nos prepara para acoger a los que vienen y no para despedir a los que se van? La muerte de una persona querida es parte de nuestras vidas: a unas personas les toca afrontarla antes, a otras más tarde, pero a todos nos toca pasarlo tarde o temprano. La muerte se va “llevando” mientras los que se van son conocidos, vecinos o parientes lejanos, pero ¿cómo lo hacemos cuando se mueren las personas a las que queremos? Nuestros padres, hermanos, primos, amigos, gente que forma parte de nuestra vida y con las que hemos vivido tantas cosas…¿Cuántas personas yacen enfermas en una cama durante meses sin poder admitir ante su familia que su marcha es inminente? ¿Cuántas personas que se han querido no se han llegado a despedir?  ¿Cuántas palabras de amor y cariño nunca se han dicho?Hoy una amiga me decía que daría sus brazos y sus piernas con tal de que su madre no se hubiese ido para siempre; el dolor que te ocasiona la muerte de una persona querida no se puede comparar con nada, nos dejaríamos pegar, mutilar y torturar con tal de no perder a esa persona, pero somos pocos los que verbalizamos nuestro dolor.¿Somos más débiles por mostrar nuestros sentimientos? Al revés, los sentimientos son los que nos convierten en humanos, el querer a esa persona que se ha ido es lo que nos hace mejores ante el mundo. Hay que integrar la muerte en la vida como una fase más de ésta, hablar de ella, interiorizar ese sentimiento nos ayudará a afrontarla de mejor manera, más serenos y tranquilos, de poder despedirnos de la persona a la que queremos antes de que se vaya, de decirle un “Te quiero” cuando aún está, de ser felices porque hemos tenido la suerte de querer y de ser queridos.