Hace tiempo que no escribía ninguna entrada en el Blog... días repletos de trabajo, responsabilidades, ir de un sitio a otro con el tiempo justo...Todo esto hace que no te pares a pensar en las pequeñas cosas, esas cosas que se dan por hechas, y que llega un momento que ya no valoramos, pero que en estos días de incertidumbre se han vuelto tan importantes.
Estaréis de acuerdo conmigo, en que todos estábamos metidos en un espiral y ya no podíamos parar, días llenos de cosas que hacer (Sino las tenías las buscabas) , fines de semana repletos de eventos y quedadas, y cuando llegaban vacaciones o puentes, planes para viajar y conocer mundo, y es que la vida nos ofrece tanto, que es difícil no correr a toda prisa, para intentar alcanzarlo todo!!!.
Yo soy la primera, que no paro un momento en casa, me encanta la playa, el senderismo, quedar con amigos, ir al cine, teatro, conciertos, viajar... pero de un día para otro todo eso ha desaparecido, y me doy cuenta de que no era lo más importante.
De las peores situaciones podemos sacar lo mejor de nosotros, porque de las facilidades, no se aprende nada, más que a pedir y pedir, porque nunca nos podemos saciar.
De este confinamiento se pueden sacar tantas lecciones, que dudo que tengamos tiempo de aplicarlas en lo que nos queda por vivir; descubres la fortaleza que tienes, la cuál no conocías, ya que hasta ahora la vida no te había puesto en una situación tan hostil y a tan largo plazo, te das cuenta de que los niños por más impacientes que sean están aguantando en casa la mayoría entre cuatro paredes, que los abuelos no pueden besar y abrazar a sus nietos aunque se mueran de las ganas, que las parejas que están separadas, no pueden tocarse, y no saben cuando podrán volver a hacerlo, que las familias que pierden a sus seres queridos no pueden despedirse.. y un sinfín de situaciones, que ni nos podemos imaginar.
Y no sólo aprendes de ti mismo, sino de la gente que te rodea; de esos vecinos, con los que te encontrabas a diario en el descansillo y con los que sólo intercambiabas un saludo, y que ahora para muchos se han convertido en confidentes de balcón, en los amigos con los que no tenías mucho contacto, pero que te llaman para saber como lo llevas día si día no, en personas en la que ni habías reparado, porque vivíamos tan deprisa que no teníamos tiempo para verlas.
Yo me quedo con lo bueno, porque aunque haya malos momentos, son estos, los que nos ayudan a valorar los que valen la pena; la distancia es la que nos ayuda a disfrutar la cercanía, la ausencia de besos es la que nos hace desear darlos con más fuerza,... sin los malos momentos, no apreciaríamos el gran regalo que tenemos en nuestras manos.