¿Porqué somos una minoría los que podemos pensar en la
muerte sin angustia? ¿Porqué la vida sólo nos prepara para acoger a los que
vienen y no para despedir a los que se van? La muerte de una persona querida es
parte de nuestras vidas: a unas personas les toca afrontarla antes, a otras más
tarde, pero a todos nos toca pasarlo tarde o temprano. La muerte se va
“llevando” mientras los que se van son conocidos, vecinos o parientes lejanos,
pero ¿cómo lo hacemos cuando se mueren las personas a las que queremos?
Nuestros padres, hermanos, primos, amigos, gente que forma parte de nuestra
vida y con las que hemos vivido tantas cosas…¿Cuántas personas yacen enfermas en una cama durante
meses sin poder admitir ante su familia que su marcha es inminente? ¿Cuántas
personas que se han querido no se han llegado a despedir? ¿Cuántas palabras de amor y cariño
nunca se han dicho?Hoy una amiga me decía que daría sus brazos y sus
piernas con tal de que su madre no se hubiese ido para siempre; el dolor que te
ocasiona la muerte de una persona querida no se puede comparar con nada, nos
dejaríamos pegar, mutilar y torturar con tal de no perder a esa persona, pero
somos pocos los que verbalizamos nuestro dolor.¿Somos más débiles por mostrar nuestros sentimientos?
Al revés, los sentimientos son los que nos convierten en humanos, el querer a
esa persona que se ha ido es lo que nos hace mejores ante el mundo. Hay que
integrar la muerte en la vida como una fase más de ésta, hablar de ella,
interiorizar ese sentimiento nos ayudará a afrontarla de mejor manera, más
serenos y tranquilos, de poder despedirnos de la persona a la que queremos
antes de que se vaya, de decirle un “Te quiero” cuando aún está, de ser felices
porque hemos tenido la suerte de querer y de ser queridos.
abril 09, 2012
DESPEDIRNOS DE LOS QUE SE VAN
La muerte forma parte de la vida igual que lo forma el
nacimiento, pero el mundo en el que vivimos NO nos prepara de la misma manera;
todos estamos preparados para un nacimiento, acogemos a esa persona recién
llegada con ilusión y alegría pero la mayoría no sabemos despedir a la persona
que se va, muchos no quieren ni oír hablar del tema como si no hablar hiciera
que lo inevitable nunca llegara, otros hablan a medias y sólo unos pocos
integran la muerte en su vida cotidiana, como una parte más de la misma.
¿Porqué somos una minoría los que podemos pensar en la
muerte sin angustia? ¿Porqué la vida sólo nos prepara para acoger a los que
vienen y no para despedir a los que se van? La muerte de una persona querida es
parte de nuestras vidas: a unas personas les toca afrontarla antes, a otras más
tarde, pero a todos nos toca pasarlo tarde o temprano. La muerte se va
“llevando” mientras los que se van son conocidos, vecinos o parientes lejanos,
pero ¿cómo lo hacemos cuando se mueren las personas a las que queremos?
Nuestros padres, hermanos, primos, amigos, gente que forma parte de nuestra
vida y con las que hemos vivido tantas cosas…¿Cuántas personas yacen enfermas en una cama durante
meses sin poder admitir ante su familia que su marcha es inminente? ¿Cuántas
personas que se han querido no se han llegado a despedir? ¿Cuántas palabras de amor y cariño
nunca se han dicho?Hoy una amiga me decía que daría sus brazos y sus
piernas con tal de que su madre no se hubiese ido para siempre; el dolor que te
ocasiona la muerte de una persona querida no se puede comparar con nada, nos
dejaríamos pegar, mutilar y torturar con tal de no perder a esa persona, pero
somos pocos los que verbalizamos nuestro dolor.¿Somos más débiles por mostrar nuestros sentimientos?
Al revés, los sentimientos son los que nos convierten en humanos, el querer a
esa persona que se ha ido es lo que nos hace mejores ante el mundo. Hay que
integrar la muerte en la vida como una fase más de ésta, hablar de ella,
interiorizar ese sentimiento nos ayudará a afrontarla de mejor manera, más
serenos y tranquilos, de poder despedirnos de la persona a la que queremos
antes de que se vaya, de decirle un “Te quiero” cuando aún está, de ser felices
porque hemos tenido la suerte de querer y de ser queridos.
¿Porqué somos una minoría los que podemos pensar en la
muerte sin angustia? ¿Porqué la vida sólo nos prepara para acoger a los que
vienen y no para despedir a los que se van? La muerte de una persona querida es
parte de nuestras vidas: a unas personas les toca afrontarla antes, a otras más
tarde, pero a todos nos toca pasarlo tarde o temprano. La muerte se va
“llevando” mientras los que se van son conocidos, vecinos o parientes lejanos,
pero ¿cómo lo hacemos cuando se mueren las personas a las que queremos?
Nuestros padres, hermanos, primos, amigos, gente que forma parte de nuestra
vida y con las que hemos vivido tantas cosas…¿Cuántas personas yacen enfermas en una cama durante
meses sin poder admitir ante su familia que su marcha es inminente? ¿Cuántas
personas que se han querido no se han llegado a despedir? ¿Cuántas palabras de amor y cariño
nunca se han dicho?Hoy una amiga me decía que daría sus brazos y sus
piernas con tal de que su madre no se hubiese ido para siempre; el dolor que te
ocasiona la muerte de una persona querida no se puede comparar con nada, nos
dejaríamos pegar, mutilar y torturar con tal de no perder a esa persona, pero
somos pocos los que verbalizamos nuestro dolor.¿Somos más débiles por mostrar nuestros sentimientos?
Al revés, los sentimientos son los que nos convierten en humanos, el querer a
esa persona que se ha ido es lo que nos hace mejores ante el mundo. Hay que
integrar la muerte en la vida como una fase más de ésta, hablar de ella,
interiorizar ese sentimiento nos ayudará a afrontarla de mejor manera, más
serenos y tranquilos, de poder despedirnos de la persona a la que queremos
antes de que se vaya, de decirle un “Te quiero” cuando aún está, de ser felices
porque hemos tenido la suerte de querer y de ser queridos.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)