abril 09, 2012

DESPEDIRNOS DE LOS QUE SE VAN

La muerte forma parte de la vida igual que lo forma el nacimiento, pero el mundo en el que vivimos NO nos prepara de la misma manera; todos estamos preparados para un nacimiento, acogemos a esa persona recién llegada con ilusión y alegría pero la mayoría no sabemos despedir a la persona que se va, muchos no quieren ni oír hablar del tema como si no hablar hiciera que lo inevitable nunca llegara, otros hablan a medias y sólo unos pocos integran la muerte en su vida cotidiana, como una parte más de la misma.¿Porqué somos una minoría los que podemos pensar en la muerte sin angustia? ¿Porqué la vida sólo nos prepara para acoger a los que vienen y no para despedir a los que se van? La muerte de una persona querida es parte de nuestras vidas: a unas personas les toca afrontarla antes, a otras más tarde, pero a todos nos toca pasarlo tarde o temprano. La muerte se va “llevando” mientras los que se van son conocidos, vecinos o parientes lejanos, pero ¿cómo lo hacemos cuando se mueren las personas a las que queremos? Nuestros padres, hermanos, primos, amigos, gente que forma parte de nuestra vida y con las que hemos vivido tantas cosas…¿Cuántas personas yacen enfermas en una cama durante meses sin poder admitir ante su familia que su marcha es inminente? ¿Cuántas personas que se han querido no se han llegado a despedir?  ¿Cuántas palabras de amor y cariño nunca se han dicho?Hoy una amiga me decía que daría sus brazos y sus piernas con tal de que su madre no se hubiese ido para siempre; el dolor que te ocasiona la muerte de una persona querida no se puede comparar con nada, nos dejaríamos pegar, mutilar y torturar con tal de no perder a esa persona, pero somos pocos los que verbalizamos nuestro dolor.¿Somos más débiles por mostrar nuestros sentimientos? Al revés, los sentimientos son los que nos convierten en humanos, el querer a esa persona que se ha ido es lo que nos hace mejores ante el mundo. Hay que integrar la muerte en la vida como una fase más de ésta, hablar de ella, interiorizar ese sentimiento nos ayudará a afrontarla de mejor manera, más serenos y tranquilos, de poder despedirnos de la persona a la que queremos antes de que se vaya, de decirle un “Te quiero” cuando aún está, de ser felices porque hemos tenido la suerte de querer y de ser queridos.