¿Qué es la soledad? Si buscamos esta palabra en el diccionario nos
responde: “La soledad es la carencia de compañía”, pero ¿cuántas personas que
están acompañadas se sienten solas? ¿Y cuántas personas que están solas se
sienten acompañadas?
La sociedad está estructurada en su mayoría por personas que viven en pequeños
grupos: parejas, familias, amigos que comparten piso, desconocidos que
comparten piso aunque no haya vínculos afectivos, etc… pero ¿quién nos asegura
que estas personas que viven en grupo se sienten más acompañadas que las que
viven solas?
Desde este otro punto de vista (que dista mucho del que nos ofrece el
diccionario) diría que la soledad no se basa en la carencia de compañía física
en un momento determinado, sino en un sentimiento que nos hace sentir que no
tenemos personas que nos quieren y con las que podemos contar en momentos
importantes de nuestras vidas. Esto no significa que convivamos con las
personas que nos aportan seguridad y cariño, pero sí sabemos que están allí
para ayudarnos en los que necesitemos. ¿Cuántas personas sienten que sus padres
son las personas que los quieren más incondicionalmente? ¿Y cuántas de estas
personas adultas siguen conviviendo con sus padres? La distancia física, tanto
sea de pocos metros como de miles de kilómetros, no es la que separa a unas
personas de otras, es la falta de cariño y apoyo lo que nos hace sentir
verdaderamente solos.
Actualmente en España, tres millones de personas viven solas, ¿nos
atreveríamos a decir que estos tres millones de personas son más desgraciadas
que el resto? La mayoría de estas personas tienen familia con la que no
conviven, amigos, compañeros/as de trabajo, etc. con los que pueden pasar parte
de su tiempo libre, con los que socializan, con los que comparten vínculos
afectivos y con los que son felices.
También encontraremos muchas personas que viven en grupo y comparten
sus vínculos afectivos con la familia con la que conviven y con gente de fuera,
mientras que otras se limitan a convivir con su grupo familiar y distanciarse
cada vez más del resto. Lo importante no es la cantidad de gente con la que socialicemos sino
la necesidad de cada individuo de encontrarse bien consigo mismo, de disfrutar
de momentos de soledad (muy necesarios para nuestro bienestar personal) y
complementarlos con la compañía de otras personas que nos aporten cariño y
apoyo, sean éstos parte de nuestro grupo de convivencia o no. Es a veces “la obligación” que nosotros mismos nos imponemos de
relacionarnos siempre con las mismas personas la que nos hace perder el
interés por las mismas, ¿no sería mejor relacionarnos con personas diferentes
que nos aporten diferentes cosas y así conseguir que nuestra vida sea más rica
y feliz?
En conclusión, siempre habrá una manera de equilibrar la balanza y conseguir
que nuestra vida sea lo más parecida a la que alguna vez hemos imaginado; el
sentirnos bien con nosotros mismos y con la vida que llevamos es única y
exclusivamente nuestra tarea, nadie puede hacerla por nosotros.
